Raymundo Ibáñez del Castillo.
Los católicos del mundo entero, que son alrededor de mil 390 millones y que representan aproximadamente el 17.7 % de la población mundial, incluyendo los 637 millones que profesan el catolicismo en el Continente Americano y los casi 111 millones de bautizados en México, viven el Tiempo Sagrado de Adviento, que antecede a la Navidad.
Para vivir recientemente para vivir conscientemente y a plenitud la Navidad, que es, en esencia, rememorar el nacimiento del Redentor, el Mesías Salvador, el verdadero Hijo de Dios hecho hombre, «engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho…», como creador de todo lo visible y lo invisible, los verdaderos Cristianos que coinciden en la Iglesia Católica, la única instituida por Cristo sobre la faz de la tierra, están llamados en este Tiempo Sagrado de Adviento, a la reflexión y al reencuentro con Dios, con sus semejantes y con ellos mismos.
El Tiempo Sagrado de Adviento, que en este año, 2024, dio inició el pasado domingo y que hoy, está llegando el segundo «nació como un tiempo de reflexión y (de) penitencia, (como) una oportunidad para purificar el (alma) y prepararse para recibir al Salvador; las cuatro semanas que anteceden a la Navidad, se convirtieron un periodo Sagrado, representando los cuatro siglos de espera, desde la última profecía hasta el nacimiento de Jesús’.
El adviento, es para los católicos del mundo entero, «más que un simple periodo en el calendario, una invitación a emprender un viaje hacia el interior de cada uno; es el momento de detenerse y de reflexionar, de abrir las puertas del corazón y permitir que la Esperanza, la Fe, la Humildad y el Amor entren y (cambien) nuestra vida».
…»surge (como) un Tiempo Sagrado conocido como Adviento; es un periodo de espera y preparación, donde cada corazón se abre al misterio del nacimiento de Jesús el Salvador del Mundo».
Y hoy por hoy, como desde «hace muchos siglos, en los primeros días de la Iglesia, (cuando) los Cristianos, (mejor dicho, los Católicos, para que no se preste a confusiones), sentían la necesidad de prepararse para celebrar el nacimiento de Cristo, de una manera profunda y significativa; (con todo y que) vivían en tiempos difíciles, a menudo enfrentando persecuciones y desafíos, que ponían a prueba su Fe»; y su Esperanza.
Y, «en medio de esas pruebas, encontraron consuelo y fortaleza, al recordar a recordar las antiguas profecías que anunciaban la venida del Mesías; (por lo que), se reunían en pequeñas comunidades, a veces en secreto, para leer las escrituras y compartir la esperanza que les unía».
Con el transcurrir de los años y de los siglos, las tradiciones y costumbres del Tiempo Sagrado de Adviento, fueron cambiando con símbolos y prácticas que permitían a los católicos, entender y vivir con mayor profundidad la Navidad, es decir, el nacimiento del Redentor, hasta llegar a la representación de la Corona de Adviento, que contiene, esencialmente, todo cuanto antecede a este acontecimiento de vital importancia para la Iglesia Católica.
La Corona de Adviento, elaborada con ramss verdes en forma circular y qué significa la eternidad y el Amor infinito de Dios, que no tiene principio ni fin, con sus cuatro velas, se convirtió en un signo visible de la luz que crece en medio de la oscuridad; las liturgias y oraciones especiales, permitían a la comunidad,, como ahora, unirse en un mismo espíritu de anticipación y de alegría.
Cada una de las cuatro velas; tres de color morado y una rosa, que representan igual número semanas de preparación, para rememorar el nacimiento del Redentor, se encienden cada domingo «y la luz, nos recuerda que la llegada de Jesús, está cada vez más cerca».
La vela de color rosa, que se enciende el tercer domingo, representa la alegría en medio de la espera y cuando todas se encienden, una por una, en familia o en comunidad, significa la unión de los católicos de todo el mundo en una misma Fe y Esperanza.
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