ESCAPARATE POLÍTICO: LAS MASCOTAS Y EL PODER

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FELIPE SÁNCHEZ CRUZ
15 DE OCTUBRE 2024

RECIENTEMENTE, la Asociación de Periodistas de Oaxaca auspició el curso taller “Invitación a la Crónica, impartido por el maestro ABELARDO GÓMEZ SÁNCHEZ, de esas sesiones de aprendizaje, se desprende, a guisa de una superficial etología, el siguiente texto:

Era el verano de 2019 cuando llegó a casa una nueva mascota, una perrita Pug, su presencia me fue dibujando de una manera muy natural la forma en que el poder es inmanente al reino animal; racional e irracional.
Llegó siendo una completa cachorrita, mis hijas le llamaron Chamoy, apenas tenía dos meses y pronto fue dando muestra de su capacidad para imponerse, de dominar, de hacerse de poder ¿Cómo? A través de su violencia, de su fuerza.
Apenas llegó a casa, dada su corta edad, en la que todo mordía; destrozó nuestra sala, la cual tuvimos que suplir por una nueva. Eso le costó a Chamoy ser excluida de la casa y limitada a habitar en el patio, donde teníamos a otras tres perritas.
Sacamos la raída sala a la cochera y pronto mostró su capacidad para imponerse. El sillón constaba de dos piezas; una de tres y otra de dos plazas. Chamoy, solo ocupaba el de tres plazas, las otras mascotas no podían subirse a éste, cualquiera que tuviera la osadía de hacerlo, recibía unas buenas mordidas.
Era hasta simpático notar que Chamoy, a pesar de ser la más pequeña en edad y tamaño, disponía sola del sillón grande donde dormía a placer, mientras las otras tenían que compartir el sillón pequeño. Un día tiramos el sillón grande. Chamoy se apoderó del sillón que quedó, mientras las otras fueron obligadas, por ésta, a dormir en el suelo.
La comida fue también objetivo de su poder, se comía hasta las raciones de sus compañeras. ¿Cómo? Peleaba y sometía a todas. Pronto se ganó el cariño de la familia y volvió a entrar a la casa, donde comía, ya no solo croquetas –pues le convidábamos de nuestros alimentos–, también convivía con nosotros en nuestra nueva sala, que ya no mordió.
Antes de que Chamoy llegara, mis otras perritas entraban a ratos a la casa. Una vez que a la primera se le permitió la entrada, las demás mascotas no volvieron a entrar; en cuanto osaran atravesar los dinteles de cualquier acceso, recibían una buena revolcada de la Chamoy. Pronto la Pug dormía en cama, en la nueva sala o donde le placiera.
Claro que luchó por esos privilegios, los defendió hasta que llegó, a finales del año pasado, Mickey un Cachorro Bulldog. Éste poco a poco se fue imponiendo y ganando terreno a Chamoy, mientras era cachorro, ambos convivían dentro de casa, pero una vez que hubo crecido y se volvió más fuerte, sacó a Chamoy al patio.
Mi esposa, a guisa de institución, ha mediado para que el interior de la casa lo compartan ambos perros. Pero, en los descuidos, Chamoy era agredida por el Bulldog y poco a poco, la otrora poderosa Pug, fue cediendo su espacio.
La fuerza del Mickey –quien a punto estuvo de romper una pata a la antes apoderada del interior de la casa – quebrantó el poder que chamoy había logrado sobre mis otras mascotas. El poder no es exclusivo del hombre. Y siempre habrá alguien más fuerte.

La razón nos llevó a los humanos (como seres pensantes) a crear instituciones que abonaran al acotamiento del poder de la clase gobernante (de los líderes de nuestra “manada”). De otra suerte, en virtud de que el poder es expansivo, éste puede llegar a grados bestiales. Eh aquí un ejemplo de cómo se ejerce éste cuando no hay límites
MÁS ADELANTE, abordaré un tema más profundo sobre la etología.


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