CADA VEZ son más contundentes las señales del debilitamiento del sindicalismo en México, producto del cambio de régimen. Esto arrecia en el sector salud, donde, en Oaxaca por ejemplo, están atosigando a los empleados para adherirse al nuevo sindicato de trabajadores de ese sector (Simesa) renunciando a antigüedad, aceptando la pérdida de conquistas laborales, caso contrario, podrían ser despedidos.
EN SINALOA, un grupo de trabajadores del sector salud que, una vez cubiertos el número de años laborados y la edad, ingresaron sus documentos para su jubilación, no obstante, fueron informados que, por el momento, tendrán que esperarse 7 años más para ejercer este derecho. Aunque acudirán a la SCJN (que pronto estará bajo el control total del Poder Ejecutivo federal),saben que tendrán la batalla perdida. ¿Tan grave está la falta de dinero en el gobierno que quieren postergar hasta este tipo de desembolsos el mayor tiempo posible?
EN BAJA CALIFORNIA, trabajadores del estado (sindicalizados) reventaron una conferencia de prensa a su gobernadora, denuncian que el sistema de pensiones y jubilaciones está colapsado, denuncian que nuevas políticas laborales pretenden imponerse al margen y en detrimento de beneficio de sindicalizados.
CLARO, los sindicatos se han convertido en un barril sin fondo, en muchos casos; en obstáculos para la productividad, pero borrarlos, es tan insano, como lo primero.
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