Escaparate Político
2021-abr-22
Felipe Sánchez
Un inspector que conoce a fondo el tejemaneje del multimillonario negocio del ambulantaje en nuestra ciudad que, como nunca, explota Oswaldo García Jarquín, me dice que ellos sufren insultos, agresiones y hasta la muerte, pero otros explotan la mina de oro ¿Y quiénes son?
El peor alcalde que haya padecido Oaxaca de Juárez y el grupo de altos funcionarios municipales que coordina el director de gobierno, un tal Robert Gordon Mowers Montañez. Según la apreciación del entrevistado operan como verdadera mafia. Dice que han hecho crecer a tal grado la complicidad entre los capos de las organizaciones de ambulantes y los funcionarios que, en este momento, hay unos tres mil puestos callejeros de reciente autorización, cuando menos. Esto significa un negocio ilícito multimillonario si partimos de que, por cada puesto, alguien cobra 400 pesos cada semana ¿A dónde va a para tanto dinero? Son más de dos millones de pesos cada mes.
Esta ambición desmedida es la causa de que el centro histórico de Oaxaca de Juárez esté atiborrado de puestos ambulantes donde expenden, en su inmensa mayoría, baratijas y algunos hasta drogas. Nadie explica porque en calles céntricas muchos vendedores permanezcan hasta altas horas de la noche. Tampoco hay definición para conocer las causas de que el “etíl” Oswaldo García Jarquín y su partido Morena, hayan permitido que el ambulantaje haya llegado a este grado de libertinaje. El centro histórico es intransitable hasta para el peatón.
HASTA EL CRIMEN
El dinero sucio que mueve el tráfico de espacios callejeros ha corrompido hasta los más altos niveles del gobierno municipal. Así cuenta mi entrevistado que, aunque expresaba ganas de contar sus vivencias, insiste al reportero en no revelar su identidad.
Son capaces de matarme -dice- como lo hicieron con mi compañero Gregorio Cortés al intentar desmantelar un puesto del grupo de “El negro”. Gregorio fue brutalmente golpeado por Ángel Enoc Martínez Baños y murió el pasado día quince a consecuencia de la agresión. Al estilo de las mafias, la Policía Municipal fue distraída en otros menesteres para no detener al “negro” que huyó tranquilamente.
EL TINGLADO
La camarilla opera en concordancia. Mi informante me cuenta la paradoja: ahora ya no se trata de retirar ambulantes sino revisar que cumplan con el pago clandestino.
Nadie mueve un puesto y menos lo quita si no lo autoriza el presidente municipal Oswaldo García Jarquín. La maquinaria de mando la mueve el regidor de comercio en vía pública Luis Arturo Ávalos Díaz Covarrubias. El director de gobierno municipal Robert Gordon Mowers es el primero en supervisar cualquier intento de levantamiento de algún puesto o grupo de ambulantes. Pero eso era antes, ahora solo lo hacen en caso de que no haya pagado los 400 pesos semanales ¿A quién? Solo ellos lo saben. Es el subdirector de comercio en Vía Pública Víctor Galicia el que mueve a los inspectores y lo hace solo cuando se lo ordena el tal Mowers su jefe inmediato.
LA ADVERTENCIA
Desde enero del año pasado, en esta columna advertí el peligroso giro que estaba tomando el comercio ambulante en el centro de nuestra capital. Cuando la marabunta ocupó masivamente los alrededores del palacio de gobierno y el edificio mismo, el fin era muy claro: deteriorar la imagen del gobernador Alejandro Murat Hinojosa.
Ya se avizoraba el dinero sucio en la invasión de los ambulantes.
Preguntaron a una de las dirigentes, de apellido Luján, por cuanto podían instalar un puesto ambulante en el centro histórico. La oferta fue: Si quieren alrededor del palacio, cuatro mil pesos al mes, si es en otra calle aledaña, tres mil pesos. El negocio es multimillonario si consideramos que tan solo en el Centro Histórico había en ese momento, unos cuatro mil puestos que controlan las mafias del ambulantaje.
En diciembre del 2019 cuando las primeras calles de las avenidas Independencia e Hidalgo y el Jardín Morelos, fueron completamente invadidas por juegos mecánicos y todo tipo de vendedores, sucedió algo muy alarmante. Circuló en las redes el peligroso acercamiento del brazo de un juego mecánico a los camiones urbanos que pasaban por allí. Ni así tomó medidas Oswaldo García.
FUERA DE CONTROL
Uno de los mafiosos instaló un puesto de comida caliente, con tanques de gas cerca de Crespo. Por el riesgo que implicaba, la autoridad municipal tuvo que ordenar su retiro. La respuesta no se hizo esperar: el jefe de inspectores fue amenazado de muerte y tuvo que permitir la reinstalación. Es el costo de las complicidades.
Tiene razón mi entrevistado: Los funcionarios municipales explotan la mina de oro y los inspectores exponen la vida.