Periodismo Trascendente: No hay mal que dure 100 años…

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Raymundo Ibáñez del Castillo.

La sabiduría popular, nos dice que no hay mal que dure 100 años, ni tampoco nadie que los soporte.

Y al fin, terminó el desgobierno, o el mal gobierno, que se inició el primero de diciembre de 2018 y que por reformas a la Constitución, que para el autoritarismo no existe, más que para su conveniencia, como en este caso, se acabó por primera vez, el 30 de septiembre y no el 30 de noviembre como ocurría desde hace muchos años.

Cómo todos los cambios, hechos sin ton ni son y con el solo propósito de sentirse y proyectar la idea del gran reformador, cuando durante casi 6 años, hizo todo para pasar a la historia, pero como el peor de los presidentes de México.

Para fortuna de la mayoría de los más de 131.1 millones de mexicanos, el gobierno de la intriga, de la traición y de la locura, llegó a su fin, dos meses antes, y con esto, se acabó, una de las peores pesadillas que se hayan registrado a lo largo de la historia de nuestro país.

Por fin, después de 5 años y 10 meses, el mal gobierno terminó y el que se fue a «La Chingada», como se llama el rancho, que con dinero de los mexicanos, convirtió en un emporio, mientras las condiciones políticas, economicas y sociales de los millones de mexicanos, se quedaron en el olvido, en el rezago total, por la ineptitud, la mediocridad e indiferencia del gobierno federal.

El que estuvo en la Presidencia de la República y vivió como el nuevo rey del siglo en Palacio Nacional, perdió tanto la realidad y la dimensión de las cosas, que para satisfacer su exagerado egocentrismo y su enfermiza, incontrolable e incuestionable necesidad de reconocimiento y en su demencial autoritarismo, se creyó así mismo, que todo lo hizo tan bien, que no hay nada que pudiera cuestionársele, porque -segun el-, dejó un país de las mil maravillas, cuando en menos de un sexenio, lo destruyó y lo convirtió en el peor país del México contemporáneo.

El demencial presidente, enfermo de poder, se engañó tanto así mismo, que se hizo creer que todo cuanto se propuso y prometió en su prolongada campaña de 18 años que necesitó para asaltar el poder de la Presidencia de la República.

Se creyó tanto así mismo que había proyectado al país al primer mundo, que ignoró que todo fueron solamente mentiras, fantasías y sueños guajiros que nunca llegaron a concretarse, más que para satisfacer sus delirios de poder.

Por eso, ni siquiera se inmutó por los más de 200 mil homicidios dolosos que se registraron en el último sexenio, que pasó a la historia, como el peor de todos, incluyendo a los emanados del PRI o del PAN, con todos los errores, abusos y excesos cometidos en contra de los mexicanos.

Los gobiernos priistas y panistas, se quedaron pequeños, frente a los atropellos cometidos por el enloquecido y embrutecido López Obrador, con todo y los errores incalificables que cometieron los anteriores al amparo del poder.

Totalmente incomparables, sin meter las manos al fuego por el neopanista Vicente Fox, Felipe Calderón y el priísta Enrique Peña Nieto, el que también se proclamó el único artífice del «morenismo», no tuvo nombre.

Tampoco al gobierno de López Obrador, le importaron los más de 800 mil mexicanos que perdieron la vida por el manejo inadecuado de la pandemia del coronavirus.

Tampoco le importó al gobierno que se acabó, convertir al país en ríos de sangre al implementar una política totalmente equivocada en materia de seguridad, que resultó un rotundo fracaso y que prefirió darle abrazos a las bandas de criminales del narcotráfico, dejando en su poder el territorio mexicano al que dominan impunemente.

Poco, o mejor dicho nada, le importó al gobierno de López Obrador, desaparecer el seguro popular y dejar sin servicio médico y sin medicinas, a los mexicanos que menos tienen y que más necesitan cuidar su salud.

Y todavía más, se burló de los mexicanos, prometiendo un sistema de salud, igual o mejor que al de Dinamarca.

En fin, por donde sea, todo fue demagogia, populismo, corrupción, mentiras con las que engañó vilmente a los mexicanos, que ciegamente creyeron en él y hábilmente aprovechó para auto promoverse como el único súper poderoso.

Y quisiéramos ser más optimistas y menos pesimistas, y decirles que a partir de este primero de octubre, todo será diferente con Claudia Sheinbaum Pardo en la Presidencia de la República.

Desgraciadamente, Claudia Sheibaum Pardo, está cortada con la misma tijera y el sexenio que se inicia, será igual o peor que el anterior, porque no podrá cortarse el cordón umbilical que la une de por vida con el autoritarismo del que es producto, porque el único que ejercía el poder absoluto, primero la hizo jefa de gobierno de la Ciudad de México y luego la impuso como candidata y la llevó de la misma forma a la Presidencia de la República.

periodismo trascendente 2025@gmail.com

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